José de Arimatea y Nicodemo

3 de agosto 2020.
Al entrar en la Basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén hay en la pared del fondo una gran pintura del Descendimiento de la cruz. Dos hombres sostienen a Jesús. Son dos judíos, según señala el evangelio, seguidores suyos que lo enterrarán en un sepulcro nuevo, propiedad de José de Arimatea.
Para nuestra Asociación de Canonesas del Santo Sepulcro son dos santos que nos evocan la cercanía ante el duelo por las personas queridas. Cercanía en la muerte convertida en acción solidaria y consuelo.
Llevamos meses de pandemia en todo el mundo. Meses con fallecidos y con imágenes de entierros masivos. Oramos para que todos los que realizan esta obra de misericordia de enterrar a los muertos, tengan delicadeza y compasión con los difuntos y sus familias.
En el Monasterio tenemos unas tallas de madera muy hermosas de José de Arimatea y Nicodemo. Desconocemos el nombre del artista que las creó y la fecha de su realización; esto no significa que en un futuro no se pueda averiguar, ya que todavía hay muchos documentos sin estudiar en el propio monasterio o en otros archivos de gran riqueza documental como el Archivo de Protocolos Notariales de Zaragoza.
Las imágenes de José de Arimatea y Nicodemo estaban situadas, hasta finales del siglo XX, una a los pies y la otra en la cabecera de la preciosa imagen de Cristo yacente, situado en la cripta del monasterio (Sala Capitular), formando un magnífico conjunto escultórico. Las esculturas tienen muy buena factura, talladas en una madera dura y aromática. Están ricamente doradas y policromadas. Poseen muchos detalles significativos tanto en los rostros como en los lujosos ropajes ya que según los relatos se trataba de judíos de familias pudientes. LLaman especialmente la atención los tocados que cubren la cabeza de ambos personajes, con diseño muy diferente para cada uno de ellos.
Creemos son obra del mismo autor que el Cristo yacente y se podrían datar a principios del siglo XVI.