Restauración de dos pinturas del patrimonio mueble del Monasterio de Canonesas de Zaragoza.

Restauración de dos pinturas del patrimonio mueble del Monasterio de Canonesas de Zaragoza.

5 noviembre 2020.

Se han restaurado dos lienzos situados en el retablo de la Virgen de los Dolores de la iglesia de san Nicolás.

Estas pinturas al óleo sobre lienzo que flanquean la imagen de la Dolorosa representan a santa María Magdalena y a san Juan Evangelista.

Los lienzos se encontraban en un proceso grave de degradación. La capa de preparación había perdido su adherencia y se estaba cayendo la capa pictórica con la consiguiente pérdida de este significativo patrimonio.

Aspecto general del retablo con los lienzos empapelados.

A finales de los años 90, la pérdida de capa pictórica era ya muy grande y se preveía que el proceso de deterioro iba a continuar, por lo que se procedió a un tratamiento de conservación consistente en el empapelado superficial de las dos pinturas. Este procedimiento consiste en adherir con cola de conejo o con “coletta italiana” trozos de papel japón o de seda sobre la superficie pictórica. De esta manera, aunque se oculta la pintura bajo el papel, esto impide que se siga desprendiendo y cayendo, y por consiguiente perdiéndose partículas de pintura.

Aspecto de uno de los lienzos con el papel protector.

Aunque a lo largo de estos años ha habido interés y varios intentos de restauración, no ha sido hasta este momento cuando se han podido realizar estos ansiados y necesarios trabajos de restauración, gracias a la sensibilidad e interés de la Dirección General de Patrimonio. La Directora General doña Marisancho Menjón y su equipo han velado en todo momento por el buen hacer y la feliz conclusión de estos trabajos.

La restauración ha corrido a cargo de Adarve-Restauración, equipo compuesto por Lara Crespo y Cristina Marco. Han realizado una restauración compleja, laboriosa, exquisita.

Las restauradoras en uno de los procesos de intervención.

Aunque los dos lienzos aparentemente son pareja, la observación de sus patologías revela que no han sufrido los mismos avatares a lo largo de su existencia; por ejemplo, el de san Juan presenta un aspecto diferente, como si hubiera sido tratado con alguna especie de aceite que oscurece los colores, mientras que el de María Magdalena presenta un aspecto más limpio y luminoso.

Detalle de una cata en el proceso de limpieza. Lienzo de María Magdalena.

Detalle del proceso de limpieza. Lienzo de san Juan Evangelista.

Muy esquemáticamente, los trabajos realizados han consistido en desmontaje de los lienzos del retablo, retirada del papel protector, consolidación de la preparación y sentado de la capa pictórica, limpieza, estucado de lagunas, reintegración cromática, protección y montaje en el retablo.

Las pinturas antes de la limpieza y reintegración y una vez terminada la intervención.

La elección de la reintegración cromática fue compleja ya que las pérdidas de color eran muy grandes y, en algunos casos, en zonas relevantes de la composición. Se optó por realizar una técnica reconocible a corta distancia, pero completamente integrada al observar las imágenes de lejos.

Detalle del proceso de reintegración cromática.

Detalle de la reintegración cromática en la mano de san Juan.

Estos lienzos pertenecen al mencionado retablo de la Virgen de los Dolores y han sido atribuidos a Luzán, el doctor Wifredo Rincón no hace referencia a ello y escribe sobre este retablo este párrafo en su libro “El Monasterio de la Resurrección de Zaragoza. Canonesas Regulares del Santo Sepulcro”, publicación del Centro de Estudios de la Orden del Santo Sepulcro. Zaragoza 2010:

“Retablo de madera dorada del primer tercio del siglo XVIII, con decoración de rocalla. En la parte central se encuentra una gran hornacina con una gloria de nubes y ángeles en su interior, que aloja una delicada imagen de la Virgen de los Dolores, de vestir, con rica aureola y corazón traspasado por las siete espadas que simbolizan sus Dolores. A ambos lados dos lienzos de escuela aragonesa de comienzos del siglo XVIII que representan a dos santas, muy difíciles de identificar o tal vez a san Juan Evangelista y santa María Magdalena que acompañan a la Virgen en su dolor. En el remate, que se adapta al medio punto de la capilla, y entre decoración vegetal y de rocalla, se encuentra el Santo Sudario de Cristo”.

Tras la intervención, las dudas iconográficas han desaparecido, pues con la limpieza se aprecia el tarro de perfume, símbolo inequívoco de María Magdalena, y evidentemente está acompañada por el discípulo amado, san Juan.

Detalle de la mano de María Magdalena portando el tarro de perfumes, propio de su iconografía.

Para atestiguar la autoría o atribución de estas pinturas y si son obra de la misma mano habrá que esperar a un estudio más en profundidad, realizado por especialistas en pintura aragonesa de esa época.

A inicios de noviembre de 2020 damos la bienvenida a estas dos pinturas que vuelven a lucir en su emplazamiento original para el disfrute de todos los fieles y visitantes de la tranquila y acogedora iglesia de san Nicolás.

El retablo con las pinturas restauradas y en su emplazamiento original.

Damos las gracias al Gobierno de Aragón y a todas las personas que han hecho posible esta restauración.

 

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