Cristo: Sepultado y Resucitado

3 de abril 2021
Paz, serenidad, esperanza… Son sentimientos que suscita el encuentro con la imagen de Cristo en el Sepulcro situada en la sala capitular del Monasterio de la Resurrección de Canonesas de Zaragoza.
Esta talla, de principios del siglo XVI acoge multitud de miradas y súplicas.
Hasta aquí llegó el Amor del Hijo. Nos amó y nos amó hasta el extremo, Juan 13, 1. Su Amor es nuestra salvación.
¡Cuántas personas en duelo han sentido renacer un pequeño brote de esperanza! “No temas, he vencido a la muerte, resucitaré…” ¡Cuántas personas en esta pandemia en medio de la incertidumbre han sentido su Presencia sanadora! ¡Cuántas personas, cuántas, hemos comprendido la desmesura de su Amor!
Contemplado por orantes, peregrinos, turistas, no deja a nadie indiferente. Una frase escrita en un muro del refectorio del monasterio describe el misterio del sábado santo “en el silencio y la esperanza está vuestra fortaleza” (Is. 30,15)
…”Les dijeron: ¿por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado” Ellas se acordaron de estas palabras y al volver del sepulcro, anunciaron todo esto a los once y a todos los demás” (Lc. 24, 6-8)
Frente a Cristo en el sepulcro, se encuentra la Iglesia del monasterio; una imagen de Cristo Resucitado preside el retablo. Es El, vencedor de la muerte, muestra sus heridas gloriosas. ¡Ha resucitado tal como lo había anunciado! La mañana de Pascua cambió la historia humana. La muerte había sido vencida.
Cada Pascua nos renueva, nos vivifica, nos devuelve la alegría profunda de que estamos llamados a resucitar con Cristo, a vivir eternamente con El.
En el aquí y el ahora de nuestra vida en este tiempo de crisis sanitaria, tenemos experiencia de enfermedad, de dolor y de muerte, y también encontramos semillas de resurrección: solidaridad, cercanía, escucha y cuidado mutuo. La Resurrección hoy está en la esperanza de los crucificados, de los que sufren, de los que se identifican, sabiéndolo o no, con el estilo de vida de Jesús de Nazaret y con la causa que El promovió.
Creer en la Resurrección implica luchar contra la muerte, la injusticia, la mentira, el pecado e impulsar los gérmenes de vida nueva, de liberación, de nobleza, alentar la pequeña semilla del Reino de Dios, tan pequeña y tan llena de futuro.
Las imágenes de Cristo en los distintos espacios del Monasterio nos ayudan, a quienes oramos en este lugar, a mirar hacia adentro, a entrar en nuestra interioridad en silencio, a revivir el gran Don y Tarea de nuestra fe cristiana.