Contemplar en el Claustro

5 de octubre de 2021
Si visitamos un monasterio, el claustro no nos deja indiferentes. Nos maravilla su belleza artística, su armonía, su sensación de paz, su simplicidad… Hay un algo indescriptible y atrayente.
La palabra claustro viene del latín, “claudere”, cerrar. Espacio que rodea y protege. Es el corazón del monasterio, lugar para pasear, escuchar el silencio, contemplar. A su vez distribuye las distintas estancias del monasterio.
Tiene una concepción simbólica. Representa la Jerusalén Celestial. Generalmente hay un pozo o fuente en el centro que divide el espacio en cuatro partes, los cuatro ríos del Apocalipsis: verdad, caridad, fortaleza, sabiduría.
En un monasterio canonical, el claustro está abierto para todo aquel que quiera experimentar la “música callada” de la contemplación, la serena armonía entre el canto de los pájaros y el leve sonido de los coches, los autobuses y los encuentros entre vecinos.
Durante los meses de verano, julio, agosto y septiembre, las puertas del monasterio han estado abiertas a esta experiencia. Cada domingo de 9,30 a 11 han venido diversas personas para “contemplar en el claustro”. Nos hemos sentido realmente unidos en un silencio comunitario y en la bendición final.
Agradecemos a Dios que se hace Presencia y cercanía como un ligero susurro (1 Re. 19,12), a todas las generaciones de canonesas, hombres y mujeres que oraron y disfrutaron de este claustro y a cada uno de los asistentes que ha posibilitado el compartir la búsqueda, la paz y el silencio.