Un Espacio para el Cuidado

Un Espacio para el Cuidado

15 de septiembre 2021

En septiembre celebramos el Tiempo de la Creación. Cáritas Diocesana de Zaragoza comparte la experiencia que lleva a cabo en el Huerto de San Nicolás del monasterio. Es un espacio para el cuidado de las personas y de la creación

Nuestra comunidad de canonesas colabora cediendo el terreno para el desarrollo de la actividad, uniéndose también al compromiso de contemplar, agradecer, compartir, proteger, cuidar y aprender de la Creación.

Trabajar un huerto, estar en contacto con la tierra, con el aire, el sol, asistir al milagro de la generación de la vida a través de una simple semilla, y hacer esto en compañía de otros, nos aporta un sinfín de beneficios que forman parte de nuestros objetivos y quehacer terapéutico diario en dos proyectos de Cáritas Zaragoza: el Centro de Rehabilitación Psicosocial San Carlos y el Proyecto de acompañamiento san Nicolás.

Gracias a la colaboración de las Canonesas de Santo Sepulcro, que nos ofrecen en 2012 un trozo de tierra contiguo al monasterio, podemos empezar esta aventura con mucha ilusión y todo hay que decirlo, escasos conocimientos. La formación en los principios ecológicos y en el cultivo de la tierra fue fundamental en los inicios.

Trabajar la tierra es estimulante cuando se hace cooperando en grupo. La actividad nos da pie para poder hablar de nuestras cosas, de nuestras preocupaciones e intereses personales, en un entorno privilegiado, al aire libre, rodeados de silencio en medio de la ciudad.

Cuidar el huerto entre todos nos ayuda a mitigar el aislamiento y disfrutar de la relación, algo que este año tanto echamos en falta debido a la situación de alarma sanitaria.

El huerto es también un gimnasio natural, nos ayuda a movernos, doblarnos, estirarnos, mejorar el equilibrio y desentumecer el cuerpo.

La capacidad cognitiva también se pone en juego. Aprender nuevas palabras, recordarlas, identificar las plantas, los bichitos que favorecen nuestros cultivos y los que los arruinan, los productos que hemos de usar para atacar las plagas de manera respetuosa con la tierra. Tomar las decisiones correctas, solventar problemas cada día para que el huerto crezca y se reproduzca fuerte y sano y ver los buenos resultados el día que recogemos la cosecha, fruto de nuestro trabajo bien hecho.

En el huerto san Nicolás también aprendemos a percibir los diferentes matices que nos ofrece un jardín, los sonidos, los olores, los colores y las texturas de un sinfín de flores y arbustos aromáticos.

Cuidar la tierra nos aporta un estado de relajación y bienestar; el stress desaparece y el estado de ánimo mejora, la satisfacción personal y la autoestima se incrementan, y en definitiva aprendemos a confiar en nosotros mismos al ver que somos capaces de cuidar la vida con nuestras manos.

Finalmente nos sentamos en silencio para disfrutar del aire cálido del mediodía junto a los compañeros y contemplar satisfechos el trabajo bien hecho, en este rincón tan acogedor que hemos creado.

Este espacio nos ayuda a conectar con la vida y la tierra.

Descubrimos el poder de la creación, la importancia de la preparación y de la nutrición de la tierra con el abono y el estiércol, la rotación de plantaciones que favorece los nutrientes necesarios para el crecimiento como uno de los principios básicos de la horticultura ecológica.

Formamos parte de la red de huertos escolares y del banco de semillas lo que nos facilita de recursos, de apoyo y de formación para conocer lo que cada planta necesita. Algunas requieren riego abundante, otras necesitan poda, a veces les facilitamos apoyo y guía, protección, también algunas se ponen enfermas y las curamos.

Disfrutamos y aprendemos de los cuidados, así como descubrimos que, al cuidar de nuestro entorno, aprendemos también a cuidarnos de nosotros mismos.

Vivimos los ciclos, las estaciones, nos guiamos por el calendario de siembra, así como nos adaptamos a las condiciones de nuestra propia localidad. La tierra siempre nos enseña la importancia de los tiempos y que cada proceso lleva su curso.

Nos encanta disfrutar del cuidado, del entorno y también de la recolecta, celebramos el trabajo bien hecho y promovemos encuentros compartiendo los diferentes frutos. ¡Qué agradecida es la tierra! Cuánto nos da y nos aporta.

En la misma esencia de nuestro huerto ecológico y terapéutico está el compartir esta experiencia tan enriquecedora. La puerta siempre está abierta para recibir a las personas que se asoman, asombradas de ver un huerto en el centro de la ciudad y compartir con ellas nuestro proyecto. También recibimos visitas de grupos de niños y jóvenes de colegios, institutos…y tenemos la oportunidad de trasmitirles la importancia del cuidado de la Tierra y contarles las posibilidades que nos da nuestro huerto para favorecer procesos de crecimiento personal y bienestar en las personas con las que trabajamos. Todos los años también abrimos nuestras puertas a los vecinos del barrio con la participación en la Semana cultural de la Madalena en una jornada en la que podemos conocernos y compartir experiencias, recuerdos… acompañados de conciertos de música clásica en vivo en este rincón verde tan especial para nosotros.

 

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